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Caminos

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 Me dieron un mapa y trazaron el camino,

decidí mejor crear el mío.

Este año me cayeron muchos veintes. Después de pasar taaaanto tiempo conmigo misma me di cuenta de que llevaba un rato perdida. Me empecé a cuestionar TODO. ¿En realidad disfruto hacer esto? ¿Sí me quiero dedicar a eso? ¿Esta persona neta es mi amigue? ¿Por qué tolero tal, pero no soporto tal otro? Y la pregunta que desencadenó todo fue: ¿estoy segura de que solamente me gustan los hombres? Por ciertos eventos en mi vida, fue lo primero que empecé a dudar y si eso era sólo una ilusión, muchas otras cosas también podrían serlo. 

Sentí como si llevara 21 años caminando ciegamente en el camino que otras personas -personas que ni siquiera conozco- habían trazado para mí. Era cómodo, era aceptado, habían pocos riesgos si seguía el camino y por mucho tiempo lo hice. En cuanto a mi sexualidad,  siempre había sentido una cierta atracción hacia las mujeres, pero lo ponía de lado y decía que jamás podría enamorarme de una (lol). Me creí el concepto de felicidad que me habían vendido: te enamoras de un hombre que te cuida, se casan, tienen hijos, eres una gran mamá y eso te va a llenar más que nada en el mundo, fin. :)

Pues… chance sí. Chance sí me enamoro de un hombre, me caso, tengo hijos y soy la más feliz del mundo. PERO CHANCE NO. La cosa es que hace cinco meses esa era la única opción que veía y la verdad me causó muchos problemas. Era fácil seguir ese camino y decir que era heterosexual porque, al final no era 100% mentira. Como digo, me siguen gustando los hombres y podría ser feliz con uno y no complicarle la vida a nadie, pero tampoco estaría siendo 100% honesta. 

Un día tomé un paso atrás y al ver mi vida no la reconocí. Muchas decisiones, muchas vueltas, muchos pasos no habían sido míos. Estaba viendo el mapa de un lugar que no conocía y llevaba demasiado tiempo ignorándome a mí misma. Volteé a ver a otras personas que estaban en control de quienes eran y que lo habían logrado en situaciones mucho más difíciles y me inspiraron. Si elles podían, entonces yo también.

Y a ese mapa que se sentía tan lejano a mi y que había resentido tanto me dieron ganas de sujetarlo cerca. Porque al final del día esas vueltas y pasos me llevaron a donde estoy, de una manera paradójica ese trayecto que resentía fue el que me hizo capaz de darme cuenta que lo resentía. Y también entendí que sólo porque esté trazado el camino no significa que tengo que seguirlo. 

Por una vida sin saber a donde voy,

 pero sí de dónde vengo y quién soy. 

Evidentemente no fue un proceso fácil. Me costó mucho trabajo aceptarlo y me dolió ver todo lo que me había remprimido y rechazado a mi misma. Hubo MUCHA confusión y muchas pláticas en las que cuestionaba si lo que estaba sintiendo era real: “Wey, tengo 20 años, ya me hubiera dado cuenta.” 

Como que una parte de mí sentía que era demasiado tarde. Pero nunca es demasiado tarde; hay que entender que todo es un espectro, es fluido, cambia conforme nosotros cambiamos; está bien. Más que bien, está increíble porque nos da mucha libertad.

Lo que se me hace muy bonito es que a partir de cuestionarme mi sexualidad y aceptarla pude atreverme a aceptar otras partes de mí. Si lo pienso, muchas personas de la comunidad LGBTQ son las más auténticas y vulneradas que conozco porque se aceptan y se muestran como son, a pesar de que el mundo quiera callarles y atraparlos en el camino con el que se sienten cómodes. Pero estas personas no se dejaron, se apropiaron de su camino (y les agradezco INFINTAMENTE). Creo que para mí eso ha significado PRIDE los últimos meses: poder decirle al mundo que no tiene derecho a decirme quién debo ser 

y no por darme el lugar que me merezco estoy haciendo algo mal.

-Natalia Carbonell

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