Sería ingenuo creer que el machismo -- en México – se alberga en comportamientos y situaciones alejadas de lo cotidiano. También sería egoísta declararse indiferente y aislarse de lo político; la apatía resulta del privilegio. Pero encima de todo, resultaría absurdo convencerse a unx mismx de que la estetización y la necesidad de lo convencionalmente conocido como “bello” se encuentra solo en los salones de belleza o en un par de revistas de moda. La propaganda política puede ser un ejemplo casi perfecto para entender cómo, sin darnos cuenta, se nos convence constantemente de supuestos que, la mayoría de las veces, inconscientemente aceptamos.
Sería ingenuo creer que el machismo -- en México – se alberga en comportamientos y situaciones alejadas de lo cotidiano. También sería egoísta declararse indiferente y aislarse de lo político; la apatía resulta del privilegio. Pero encima de todo, resultaría absurdo convencerse a unx mismx de que la estetización y la necesidad de lo convencionalmente conocido como “bello” se encuentra solo en los salones de belleza o en un par de revistas de moda. La propaganda política puede ser un ejemplo casi perfecto para entender cómo, sin darnos cuenta, se nos convence constantemente de supuestos que, la mayoría de las veces, inconscientemente aceptamos.
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¿Cómo se valora el arte? María tiene algo que decir sobre esto.
Contradicciones
Esta serie fotográfica es la representación de una serie de contradicciones que vive Theo por pertenecer a la comunidad LBGTQ+. No fue una sesión de fotos de manera tradicional puesto que ambos nos encontrábamos en lugares opuestos del mundo. Sin embargo, fue totalmente íntimo y de reflexión ardua, como si Theo estuviese charlando consigo mismo a través de una pantalla.
“Hoy en día, cuando pienso en el orgullo (pride), me transporto directamente al desfile, a las fiestas, al bullicioso ambiente con la bandera de colores por todos lados. Pero ahora más que nunca, soy consciente de que tengo que ir un poco más allá y realmente celebrar la lucha histórica de una comunidad oprimida y marginalizada, una comunidad a la que quiera o no, pertenezco.
No siempre ha sido así, y de hecho, sigo en una lucha interna para encontrar y darle sentido a ese sentimiento de “pertenencia” a la comunidad.
Solía tomar por halago cuando alguien comentaba que “no se me nota” (lo gay), y aunque aprendí que lo anterior es sumamente problemático, todavía me divierte la cara de confusión de las personas cuando “se enteran” de mi orientación sexual.
Las generaciones que nos anteceden han sido la gran resistencia y “carne de cañón'' en la lucha, pero, personalmente, siento que hay una exigencia implícita de cargar con su sufrimiento a modo cruz. Sin embargo, la lucha tiene combustible propio y ahora extiende las fronteras a lugares nunca antes imaginados.
Hay veces que me digo a mí mismo “eres muy gay para entender eso” o “no lo entenderías, es cosa de gays”. Muchas veces es cierto, sin embargo, ¿cuántas veces esos prejuicios o estereotipos me han sido impuestos externamente, o son el fruto de una desesperada búsqueda de mi identidad, sin calcular las posibles consecuencias?
Es evidente que no hay una manera correcta de formar parte de la comunidad como individuo. Dicho de otra forma y, aplicado exclusivamente a mi caso, no hay una “manera correcta de ser gay”. Pero en la práctica…¿será cierto? En un principio pensé que era algo muy mío, pero ahora sé que muchos comparten este sentir y se trata de un constante auto escrutinio, muy nocivo en mi opinión, para ver si encajamos con los ideales establecidos por los grupos de poder dentro de la comunidad. Porque sí, a quienes pensaban que la comunidad LGBTTQIA es una gran familia donde todes somos iguales…es una lástima informarles que no, al menos desde mi punto de vista. Desgraciadamente, hay una gran desigualdad interna. No sólo son ciertos grupos los que tienen mayor visibilidad, sino que marcan la pauta para aquello percibido como ideal deseable. De manera más evidente, el contingente de los hombres homosexuales cisgénero blancos definitivamente se lleva la rebanada de pastel más grandota. E imagínense, si yo siendo parte de ese grupo me siento constantemente insuficiente y cuestionado, ¿cómo se habrán de sentir grupos como las personas trans de minorías raciales, por ejemplo?
¿Cómo hay que hacerle para quitarnos esta sensación de si pertenecemos “correctamente”? ¿Cómo saber si lo que siento es una legítima duda de pertenencia y no simplemente homofobia internalizada?
El sentirme parte de una comunidad es un proceso en el que aún sigo y, a decir verdad, no tengo certeza alguna de lograrlo. La manera en la que generaciones anteriores crearon círculos de confianza para protegerse dista mucho de mi realidad personal. Ésta, al ser sumamente privilegiada, me ha permitido construir relaciones estrechas que superan expresiones de género y orientaciones sexuales. Es conflictivo para mí que mi orientación sexual muchas veces sea tomada como carta de presentación, como si se tratase de un rasgo de personalidad o interés, determinante en mi manera de relacionarme: "es simpático y es gay" o "Ay! Le gusta cocinar, pero es gay...". Mi sexualidad definitivamente no es algo que trate de esconder, pero es difícil ver cómo la gente la echa en la balanza de valores al momento de formar un juicio sobre mí. ¿En qué momento el hecho de que prefiera besar a un hombre se vuelve un valor adquirido, o en contra, a mi capacidad de redactar, analizar literatura, dibujar, etc.?
A nada de lo anterior tengo una respuesta clara y me disculpo si en algún punto aparenté tenerla. Pero esas preguntas, cuestionamientos y contradicciones son las que me hago a diario en algún momento u otro.
No espero respuesta alguna, pero quizás si alguien más da con estos pensamientos, se puede sentir menos sole.”
Theo Hernández entrevistado por Alessandra de Zaldo